Al final de toda esta “tragedia”, necesitaba poner un poco de humor, que
es lo que nos salva. Nos hace considerar los problemas con cierta energía
positiva, necesaria para actuar. A veces la comunicación se hace más efectiva
por ahí, si lo sentimos al margen de una crítica atacante que nos ponga en
guardia. Es casi un tebeo surrealista, una mofa de la realidad, y un sermón
también. (Y como buen sermón, quizá se olvide a la salida, o quizá no…)